Después meses de estrés, de trabajo, de compromisos, de sentir que no puedo con todo, de salir a las mil, de no distinguir horarios, de no llegar. Volví.
Después de la pereza que viene cuando paras unos días, de la desgana que se te pega sin tú quererlo, del olvido que entra sin llamar y esconde tus recuerdos, esos que siempre te devuelven lo más profundo de tu fuerza interior, los mismos que te transportan a unos momentos y sensaciones indescriptibles. Volví.
Después de creer que lo había perdido todo, de pensar que esto ya no es para mí, de escuchar y leer lo que otros no apoyan sobre lo que a mí me da la vida, de casi olvidar que me cambió la vida, de darme por vencida, de querer abandonar, de llegar a rendirme. Volví.
Después de nuestras conversaciones, de esas charlas motivadoras, de buscar razones, de reencontrarme con ellas, de leer mis propias palabras, creérmelas. Volví.
Después de mirar tantas y tantas fotos, de recordar los inicios, de repetir aquel WOD, de superarlo, de querer verme bien, de intentarlo, de hacerlo, de conseguirlo. Volví.
Después del frío, de vestirme para entrenar, de salir de noche, de correr bajo la lluvia, de ver mis manos sin callos, de echarlos de menos. Volví.
Después de luchar por encontrarme de nuevo, por volver a sentirme viva, por recuperar esas agujetas que apuntan a un trabajo bien hecho.Volví.
Después de elegir la opción difícil, de salir de mi zona de confort, de enfrentarme a los miedos adquiridos, de superarlos y entrerrarlos bajo tierra. Volví.
Volví a ser yo, a disfrutar, a desgarrarme y a pelear, a llorar de rabia y de impotencia, a gritar en el último tirón.
Volví nuevamente a superar mis límites, a ser mi mejor versión, a recuperar todo lo que ya había almacenado en el olvido.
Volví a verme a mí, a quien me gusta ser, a quien soy.
Volví a ser yo.